Cómo suena “Resiliencia” cuando estás roto
Una reflexión personal sobre la canción de Beret, el duelo emocional y el inicio de la novela Bailando en mis propias ruinas.
Hay canciones que llegan en el momento justo. Y hay otras que te esperaban desde antes de que entendieras el motivo. Para mí, «Resiliencia» de Beret pertenece a la segunda categoría. No la elegí por moda, ni por algoritmo. La elegí porque esa palabra, que siempre había sonado limpia, potente y lejana, empezó a crujir de forma distinta cuando yo también crujía por dentro.
Este post abre el Diario de Incubación de mi novela Bailando en mis propias ruinas. Es también el eco del primer teaser que publiqué en redes. Pero sobre todo, es un intento de poner palabras a algo que no sabía decir hasta ahora. Porque hablar de resiliencia desde fuera es fácil. Hablar desde dentro, cuando estás roto, es otra cosa.
Puedes conocer más sobre el proyecto en la página principal.
La música como espejo: cuando “Resiliencia” dejó de ser solo una palabra
La música, cuando atraviesa, ya no es fondo: es espejo. Y hay canciones que no solo te acompañan, sino que te revelan. Cuando decidí lanzar el teaser con «Resiliencia» de Beret, fue porque necesitaba que la primera palabra que el mundo escuchara de Pablo M. León no fuera fuerza… sino fractura.
Beret escribe con entraña. Su canción es el retrato de ese instante en que decides seguir, aunque nada esté bien. No habla de finales felices, sino de resistencias invisibles. De esos días donde sobrevivir ya es un acto de valentía.
A menudo, ha sido mi refugio cuando todo temblaba. Cierro los ojos, me coloco los AirPods, y dejo que lo que no puedo decir se ordene en acordes. Por eso, en esta novela, cada capítulo tendrá su canción. Porque Bailando en mis propias ruinas no se puede leer sin oírla. Cada escena tiene su banda sonora, cada herida su nota.
“Resiliencia” es, simbólicamente, el primer latido musical de este viaje.
Inhala, pulsa Play y acompaña el viaje.
¿Qué significa ser resiliente realmente?
Mucho se habla de resiliencia como si fuera un superpoder. Como si ser fuerte fuera sinónimo de no caerse nunca. Pero para mí, la resiliencia no es no romperse. Es romperse… y elegir no desaparecer.
La resiliencia emocional se construye, casi siempre, en silencio. En noches donde nadie te ve. En momentos donde todo parece una derrota. En ese tipo de dolores que no se pueden postear. La resiliencia no es un premio: es una cicatriz consciente. Y quien ha tenido que ser resiliente sin elegirlo, lo sabe.
En la historia de Jorge Ferrón Alborán, el protagonista de la novela, esta palabra no es un marco teórico. Es una realidad interna. Jorge no nació resiliente: lo obligaron a serlo. Como tantos de nosotros. Como tantos niños que aprendieron a callar para no molestar, a rendir para ser aceptados, a aguantar para sobrevivir.
Ser resiliente, para Jorge, es dejar de fingir que puede con todo. Y empezar a elegirse.
Cuando estás roto: sobrevivir también es un acto de amor propio
No hay nada más honesto que admitir que estás roto. Pero nos han educado para esconderlo. Para maquillar el dolor, para seguir sonriendo, para publicar una versión de nosotros mismos que no haga ruido. Yo también lo hice. Durante años.
Hasta que el cuerpo dijo basta. Hasta que la mente empezó a fracturarse. Hasta que el corazón, literalmente, se apagó. Esa fue mi grieta más profunda. Y de ahí nacieron todas las otras.
Cuando estás roto, todo suena diferente. La palabra “esperanza” parece sarcasmo. La frase “todo pasa” se vuelve insultante. Las canciones bonitas te hacen daño. Y entonces… aparece una canción como “Resiliencia” que no promete nada, pero te acompaña. No te dice que todo va a ir bien, te dice que aun así, puedes seguir. Que respirar, a veces, es suficiente.
Ese es el mensaje de este libro. No es una novela para aplaudir a un superviviente. Es una novela para abrazar a quien está en medio del hoyo, sin mapas, sin GPS, sin promesas. Porque yo he estado ahí.
Si este post te ha resonado, puedes leer otras entradas del Diario de Incubación donde comparto el proceso emocional detrás del libro.
Escribir como forma de reconstrucción emocional
Escribir esta novela ha sido mi forma de ordenar el caos. De darle sentido a los silencios. De recoger los pedazos y pegarlos con palabras. Pablo M. León es el refugio que creé para sanar. Y Bailando en mis propias ruinas es la historia que nunca me habían contado y que necesitaba leer.
No escribo para el mercado. No escribo para premios. Escribo porque me prometí que no me iba a abandonar. Porque le prometí a mi niño interior que un día tendría voz. Que sus heridas serían algo más que dolor. Que se convertirían en direcciones.
Quiero que quien lea esta historia sienta que no está solo. Que su dolor es válido. Que su cansancio no es debilidad. Que llorar no es fracaso. Que sobrevivir, a veces, es más que suficiente.
Puedes leer el Prólogo completo aquí y entender por qué esta historia existe.
Si estuviste roto, esta historia también es tuya
Si estás roto, si no sabes por dónde empezar, si no encuentras respuestas… este diario es para ti. Esta novela también. Este espacio es nuestro. No para arreglarnos, sino para reconocernos.
Gracias @beret1996 por prestarme tus palabras. Por escribir una canción que no promete soluciones, pero sostiene el alma.
¡Bienvenido al Diario de Incubación de Pablo M. León!
Además ya podéis seguir la Playlist Oficial de la Banda Sonora de “Bailando en Mis Propias Ruinas”.
Porque a veces, escribir no basta. A veces, hay que ponerle música a la herida.
#DiarioDeIncubación #Resiliencia #Beret #PabloMLeón #BailandoEnMisPropiasRuinas #Escritores #LibrosQueSanan #LiteraturaEmocional #BlogEmocionaltás roto
